Saturday, 12 November 2016



Sleepless City (Brooklyn Bridge Nocturne)

(Translated from the Spanish of Federico García Lorca)

In the sky, no one sleeps. No one, no one.
No one sleeps.
Moon creatures sniff and prowl about their cabins.
Iguanas will come and bite the dreamless men
and the brokenhearted one who flees will meet, on corners,
the incredible crocodile, calm beneath the tenderly protesting stars.

On Earth, no one sleeps. No one, no one.
No one sleeps.
A corpse in the farthest graveyard
complains for three years
because his knee is a desert;
and the boy they buried this morning cried so hard
they had to call the dogs to shut him up.

Life is not a dream. Beware! Beware! Beware!
We fall down stairs to eat moist earth
or climb to the edge of snow with the choir of dead dahlias.
But there's no forgetting, no dreaming:
raw flesh. Kisses bind mouths
into a tangle of fresh veins
and those pained by wounds will be pained ceaselessly
and those afraid of death will carry it on their shoulders.

One day
horses will live in taverns
and the furious ants
will attack the yellow skies that hide in the eyes of cows.
Another day
we’ll see the resurrection of the desiccated butterflies
and, still walking through a land of grey sponges and silent ships,
we’ll see our ring sparkle and roses spill from our tongue.
Beware! Beware! Beware!
To those still marked by claw and rainstorm,
to that boy who cries because he hasn’t heard about the invention of the bridge
or that corpse who has nothing but a head and a shoe,
they must be taken to the wall where iguanas and snakes are waiting,
where the bear’s teeth are waiting,
where the child’s mummified hand is waiting
and the camel’s hair bristles with a violent blue chill.

In the sky, no one sleeps. No one, no one.
No one sleeps.
But if somebody closes their eyes,
whip him, my boys, whip him!
Let there be a scene of opened eyes
and bitter ulcers burning.
On Earth, no one sleeps. No one, no one.
I’ve said it already.
No one sleeps.
But at night, if somebody has too much moss on their temples,
open the trapdoors so they can see, beneath the light of the moon,
the false cups, the poison and the skull of theatres.






Ciudad sin sueño (Nocturno del Brooklyn Bridge)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.
Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.






Poem by Federico García Lorca
Translation by Benjamin Palmer

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